“CASA DE CITAS”, ¿NO ERA UN BURDEL?
OJO
PIDO ENCARECIDAMENTE QUE MI TRABAJO NO SEA EVALUADO DESDE ESTE TEXTO SOLAMENTE, ÉSTE ES UN EXPERIMENTO QUE QUISE HACER, UN ESTILO EN EL QUE POR PRIMERA VEZ INCURSIONO, POR ELLO EVITAR TOMAR DIRECTAMENTE TODAS LAS ASEVERACIONES QUE EXPONGO, AUNQUE TIENEN MUCHO DE CIERTO
Llegando al museo
Lo más curioso es que ese día tenia sueño, estaba cansado y realmente poco motivado, lo más común es que por eso de que soy responsable decidiera ir, y así fue, eran las doce del medio día del sabado16 de octubre de 2009 cuando yo me encontraba cruzando la entrada principal del Museo de Antioquia, un sitio a mi parecer, un poco elitista, y eso no indica que no aprecie el arte o no asista a él.
Afuera un envolvente sol rodeaba la enigmática y representativa Plaza de Botero, que conserva en 12 mil metros, 23 esculturas del maestro Fernando botero, desde el 2000; alrededor de ellas estaba un grupo de personas incultas que vendían chicles, otras con uniformes azules y una nevera de icopor ofrecían bolis de marca, otras tantas ofrecían tomar una foto, y las más cultas de todas, las cultísimas se subían en las obras, en medio de los robustos muslos de las obras del que es uno de los más famosos escultores colombianos.
Olor a chunchurria, a plaza de pueblo; palabras burdas, otras tantas mal pronunciadas, gente descalza, sucia, mal oliente; múltiples prepagos, perdón, Vendedoras de minutos, que pena la aseveración, pero me refiero a lo de Prepagos por eso de las tarjetas; bueno, creo que son post pago o algo así. Ese era un espectáculo cultísimo y selecto para escoltar la entrada al elitista centro de conocimiento, de sobrios modales y de refinados hábitos.
Me encontraba parado tras el lobby central, donde una magna obra del maestro Pedro Nel Gómez, el artista que naciera en Anori Antioquia en 1899 y que se convirtiera en uno de los más representativos muralistas de América, y que ahora me empezaba a mostrar el contraste existente entre la Plaza y el Museo
Ingresan a eso de las 12 y 10 tres rubiecillos, de esos que vienen a hacer turismo sexual a Medellín, perdón, de esos de chancletas, pantalones cortos y gafas oscuras que disfrutan de las ciudades latinoamericanas, de su excelente clima; su cultura, su patrimonio, sus museos y sus chicas. Pese a mi desconocimiento casi total del inglés, me percate de que el guía lo manejaba bien. Les dio la bienvenida, una pequeña inducción y una serie de volantes para mayor ilustración, hasta místeres les dijo; curioso, a mí ni me saludo, supongo que supo que yo no hablaba ingles y, además, supongo que él no hablaba español.
Posterior a ello me encontré con dos chicas de la universidad, con quienes disfrutaría de una exposición que me aproximaba, por su nombre a una instalación de burdeles. Pasamos por el pasillo del ala derecha que conducía a la sala 5, al llegar nos recibió, es más, no nos recibió afirmando que era su hora de almuerzo una guía llamada Patricia.
Sin guía, con mucho sueño y con el olor de la plaza aún impregnado saqué mi cámara para tomar una fotografía a los múltiples mapas conceptuales que se extendían en las paredes del museo y que precedían las obras.
En ese momento, Patricia, que se había ido a almorzar, apareció como por arte de magia y nos prohibió tomar fotos dentro de la sala, al igual que contestar el celular, comer, sentarnos, hablar en voz alta, cruzar la línea amarilla, tocar las obras; creo que le faltó prohibirnos respirar fuerte. Además, pienso que si mis amigas hubieren llevado tacones les hubiese tocado quedarse por fuera.
En la exposición
Una obra sin duda particular, gran cantidad de artistas colombianos como Alejandro Sánchez, Johan Barrios, Camilo Restrepo, Nelson Guzmán, Sebastián Fierro, Andrés Buitrago, Leonardo Castaño, Beatriz González, se inspiraron en grandes artistas de la historia, como Marco Mojica, Andy Warhol y Marcel Duchamp para construir su obra, era algo como copiar de un texto pero sin poner las comillas, “citar hace mención a la cadena de sustituciones que domina la construcción del significado en el lenguaje”, era solo uno de los apartes que daban la bienvenida a la obra.
Trabajos inspirados en el Pop Art, en el arte abstracto y vivencial, obras de cotidianidades y aproximadas a la realidad. Era como llegar a la praxis de la teoría. Praxis de museo para una realidad que no interpretaba por mi limitada capacidad de interpretación y por mi descontento ante la imposibilidad de sentarme.
Mientras analizaba las complejas y densas obras y falsamente intentaba darles una interpretación, sólo se me ocurría pensar en un mueble, rojo preferiblemente, ubicado en frente de cada obra, y al lado una buena Peroní, ello hubiera ayudado bastante, pero ni modo me tocaba fingir de pie, con las manos cruzadas y sin la mas mínima posibilidad de beber una buena cerveza, y que quede claro no es que tenga la costumbre de beber.
La serie Sed del Mal, de Nelson Guzmán, paradojamente me causo gracia; una foto de una boda, que en la parte superior decía Pánico, Perfil de un Artista Borracho de Sebastián Fierro, Prohibido Orinar en las Fuentes de Daniel Salamanca, piratería sentimental de Humberto Jinca, fueron otras obras que de forma muy culta y ortodoxa intentaron mostrar realidades, contextualizar sucesos y construir memoria. En el caso de la obra de Humberto Jinca se recreaban caratulas de discos que abarcaban artistas como Rafael hasta llegar a los Beatles.
“Pague uno lleve dos”, bello nombre para una obra que está ubicada dentro de un edificio que se encuentra rodeado por una plaza famosísima por su “dos por uno”, pido perdón si al hacer claridades referente al “dos por uno“hiero susceptibilidades, “dos polvos por uno “sólo que a diferencia de la obra de Johan Barros esta oferta solo incluía mujeres, no vacas.
Ya eran más de las 02:00 de la tarde casi dos horas de pie, con hambre y sintiéndome medio ignorante, así que sugerí que tomáramos un descanso; otra cosa que se me fue negada aquella tarde y continuamos.
Andrés Gaitán tenía una obra al mejor estilo de Andy Warhol, hasta la diva Monroe apareció, al lado una pantalla plasma, que gracias a que era parte de la obra, podía darse el gusto de sonar medianamente humana, unas princesitas de Disney algo aberrantes pero profundamente agradables para mi vista por su carga semántica bailaban un reggaetón, de mal gusto por cierto. Como para mostrárselas a mi sobrina, pensé.
De pronto aparece ante mis ojos un dios caído, con dos cabezas, cuatro manos y solo dos piernas, dejándose tentar por los placeres mundanos. Hasta ahora esa era la obra más cercana a la realidad. Afuera desfilaban, los fines de semana múltiples jóvenes que como mercancía se dejaban tentar y tentaban a los rubiecillos, no a todos gracias a Dios. Si la obra era desconcertante el Satírico y rudo comentario de Carlos Castro, su autor era estremecedor “Os invito a levantaros”, ¿quien se levanta a punto de tener un orgasmo? Contestaría Fernando Vallejo atiborrado de risa.
Al pasar por la última sala de exposición de la sede principal, decido detenerme en frente de la obra de Fernando Uhia “Reaymade”, la cual concluye de forma excepcional con dos horas de tortura para mis pies y desconcierto para mi mente. “No exponer una concepción del mundo como algo exterior a él, sino experimentar la pieza misma, construirla con su actividad manual, tener la vivencia de su misma ejecución, lo que convierte la pieza en una obra experimentada, evitando el objeto abstracto”. Maldición se me había olvidado que no me podía sentar y como era de esperarse me hicieron poner de pie.
Saliendo del museo
El hambre, el dolor de cabeza, el cansancio, el desgaste y los múltiples sueños frustrados, ese de tener un sillón rojo en frente de cada obra y de poder beber una buena cerveza mientras discutía con un guía, la obra, sacaron lo peor de mi persona.
Al salir de la última sala, sabía que no se trataba de un burdel. Maldición, tal vez por esa razón todo el tiempo pensé en herejías mundanas, cervezas y algo en que sentarme. Allá, en un burdel supongo que encontraría las dos últimas cosas que era lo que más deseaba, a decir verdad nunca he ido a uno, los odio. Pero si definitivamente ofrecían esas cosas, poderse sentar y hablar valía la pena ir algún día. Sí, definitivamente me había equivocado y equivocado salía de la exposición.
Crucé la puerta del museo, baje las escaleras y escuetamente regrese a la Medellín burda pero libre, corriente pero sociable. Qué más daba era algo real, menos abstracto y al menos podía sentarme en una silla en la Plaza, hablar con alguien, tomar una foto, comer algo, y esas cosas.
¿Si ven cual es el problema que tiene democratizar la cultura, sin educar a los públicos? ¿Ya entendemos por qué el arte debe ser participativo y no representativo?, pregunta tonta, aún no lo hemos entendido.
imagen tomada de: www.elgrifo.com.co/.../
2 comentarios:
Es un texto bastante completo.
Recuerda la importancia de la re-lectura antes de publicar.
jajajaja muy muy divertido mi andru!!! definitivamente adoro este estilo.
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