un cuentecillo

lunes, 31 de agosto de 2009


Fue la primera vez que…



Sigilosamente como cada mañana salió de su madriguera, bajó por el tubo que conducía a la ventana de la parte trasera de la casa, saltó a ella. Hábilmente se sujeto de la cortina, tomó un aire y saltó hasta la rejilla detrás de la nevera, bajó y por fin llegó al cajón medio abierto, allí tomó un trozo de galleta, no de queso, odiaba el queso, pero amaba las galletas y se dispuso a disfrutarlo.

Sin duda era un confianzudo, a portas del cajón mal cerrado se echaría y abusivamente pizcaría cada una de las galletas de Margot. Cierto día Margot llevó las galletas al mercado y él abusivamente salto de la canastilla, ocasionando todo un caos y obligándola a mudarse de puesto en la plaza de mercado.

Margot era una anciana medio encorvada de anteojos gruesos y con un gran bollo por peinado en su cabeza, era lenta y ya no tenía ni a velocidad ni la fuerza para combatir a su enemigo. Ella lo había intentado todo, gatos, ratoneras, hasta unos trocitos de queso envenenados, pero había fallado, no conocía a su enemigo. Él no era tonto, por el contrario, era astuto y absurdamente suertudo, además odiaba el queso.

Pese a su redondez y esbelto cuerpo, era veloz, joven e intrépido, se las ingeniaba, había pasado por muchas en su vida, era un veterano en los artes de asechar las galletas de Margot, sin importar el sitio en el que ella los asegurara, era pequeño de color gris cenizo, con una extensa cola, ojos saltarines y unas orejas que permanecían alerta todo el tiempo.

Margot nunca le había, ni siquiera tocado un pelito, pero esta vez, ella estaba preparada, sabía que él llegaría al cajón y se quedaría allí echando barriga hasta el medio día, ella, según él estaría en el mercado, pero Margot hoy tenia la firme decisión de deshacerse de su enemigo. Había pensado en decapitarlo, o quizá aplastarlo con una punta de tacón, o encerrarlo y torturarlo hasta dejarlo morir de hambre.
Pero lo que hoy había planeado era realmente ingenioso y creativo. Después de verlo, desde le agujero de la puerta, y de darle un poco de tiempo para que se acicalará, ella abrió una pequeña jaulita que traía envuelta en un paño amarillo y que celaba encarecidamente.

De allí salió un bello ejemplar, no de color gris sino con sedoso pelaje, cuidadosamente se deslizó por el piso de la cocina, atravesó el mesón central y por fin se encontraba en frente de su víctima,
Para cuando él se percató, el plan perfecto andaba rodando, el bello ejemplar era una ratona que había sido contratada para seducirle. Tarea que no fue de gran dificultad, él la invito al cajón a compartir las galletitas de Margot. Estuvieron allí toda la mañana mientras la anciana mujer esperaba cautelosamente la señal que le daría su nueva aliada.
Ella en un inesperado tropiezo del destino se acercó al rostro bigotudo de su nuevo amigo, el malicioso ratoncillo, enemigo de Margot. Lo besó, y traicioneramente lo ató al cajón. Para cuando él se percató de los que pasaba Margot se aproximaba con un mazo y él se encontraba atado totalmente a la que antes había sido su trinchera.
La bandida rata cobró su salario y desapareció tras la misma puerta en la que Margot había esperado ansiosa este momento.
Esa fue la primera vez que se enamoró, que lo traicionaron y que Margot pudo ver a su enemigo de cerca. Fue una sensación extraña para ella, ¿Qué hacer con su enemigo si lo tenía a su merced? Se indagaba.
Pues nada, lo mató. También fue la primera vez que Margot asesinó a alguien, eso la sumió en una profunda depresión que le llevó cuatro días después a suicidarse.
Esa fue la primera vez que el número de emergencia fue convocado a la casa de Margot.

miercoles 19 de agosto

viernes, 21 de agosto de 2009


El pecado de dos adolescentes





El crepúsculo de esa mañana de mayo de 2004 fue el mensajero que descubrió por primera vez su secreto, secreto que los traicionaría años más tarde y que hasta ahora sólo descubría, con aquél amanecer la más dolorosa decisión que ellos tomarían.


Fernando era para entonces un joven de 14 años, alto, delgado y con ojos color claros, nunca había tenido una experiencia parecida, él nunca imaginó que ese viaje de vacaciones repercutiría tanto en su futuro.


Eran las 4 de la tarde del día 12 de mayo del 2000 cuando Fernando llegó al a finca de Francisco, su abuelo, un hombre de avanzada edad y patriarca de una familia de 12 hijos; entre ellos Luis, quien a su vez era padre de dos hijos. Francisco al igual que toda su descendencia tenía un inseparable e indiscutible arraigo religioso, era una familia tradicional, de aquellas que a punta de caña y café habían salido adelante y habían hecho grande a Ántioquia.


Entre los ritos religiosos y la visita al pequeño pueblo los fines de semana, transcurría la vida de aquel anciano y de su hijo, quien vivía a una o dos cuadras. Bastaba con salir de la casa de Francisco, bajar a la cañada y subir a la montaña siguiente para estar en la casa de Luís, sitio que sería el testigo del evento que días después marcaría la vida de Fernando.


Entre los hijos de Luis estaba Mauricio, un joven de la misma edad de Fernando, si bien, para entonces eran semejantes en su desarrollo como jóvenes, la vida les había conducido por caminos muy diferentes. Fernando desde los cuatro años había dejado, gracias a la violencia y en compañía de su madre la tradición campesina de su familia.


Mauricio por su parte, realizaba las labores de campo; ordeñaba, montaba a caballo, deshierbaba, cortaba caña, picaba cuido y cogía café. No obstante ambos redescubrieron en aquel paraje de montañas empinadas y arroyuelos que se perdían entre la espesa selva después de rodear las extensas praderas de la vereda, una nueva forma de conocimiento, una forma que Francisco nunca aprobaría, y de la que nadie podría haber sospechado.


Parecía algo irrisorio pensar que de una familia de “machos” como lo planteaba Francisco, salieran esos sentimientos tan recíprocos entre dos personas de cuerpos semejantes y de inocencia no menos atrevida que la de un adolescente curioso e intrépido.

Esa noche una cachetona luna alumbraba los alrededores de la finca. Mauricio en compañía de Fernando salieron en busca de un caballo, al llegar a la pradera y con la noche de cómplice ambos, entre travesuras llegaron a perpetrar en lo íntimo del alma, abrazaron su deseo y su inocencia, y siendo conscientes de su hombría decidieron dejarlo, solo un rose, solo una efímera experiencia que ambos ocultarían y esperarían que se desvaneciera en sus recuerdos, tal y como había pasado, era solo un juego de adolescentes, solo eso.

Pero la noche aún era algo joven. Cuando llegaron a casa su padres tomaban un café mientras hablaban de asuntos de hombres. Los adolecentes, como era costumbre cada que Fernando iba a pasar vacaciones compartirían la misma habitación.


Esa noche los tenues rayos de luz que la luna irradiaba penetraban por la rendija de la puerta de madera, y mientras un olor algo dulzón se filtraba por los huecos de la ventana, ellos, traicionaron a su Dios, aquel que estuviera tras la puerta y quien cerrara los ojos ante el hecho. De nuevo entre juegos y permisos mundanos perpetuaron el deseo, deslizaron sus manos y por fín, siendo hombres se dejaron seducir; forzaron al destino, no fueron conscientes de su pecado ni de su magistral herejía, solo acariciaron lo que les era prohibido.


El crepúsculo fue el primer testigo de ese amanecer, un amanecer que siluetaba dos cuerpos desnudos, el cuerpo de un joven alto, de ojos claros y cabello negro, y el de un rubio de ojos saltarines, de cuerpo fornido y trabajado y de ondulado abdomen, el primero encima del otro como la noche les había dejado caer.


El silencio pareció ser el acompañante inseparable de aquel crepúsculo que presenció cómo el amante abandonó, sin siquiera alzar la mirada el lecho, mientras el Dios de la puerta le hacia espacio sin reproches. Si la noche cobijó su deseo y la madrugada les hizo menos hombres, el día traería consigo la nostalgia y la incapacidad de aceptarse, ambos se hicieron mudos e indiferentes, habían traicionado a su Dios, a su familia de “machos” y habían descubierto que en su pecado había satisfacción pero también resentimiento.


Esa misma tarde Fernando recogió sus pertenencias y partió de nuevo a la ciudad, el fortuito encuentro le marcó el modelo del torso que amaría por siempre y la forma bajo el ombligo de la que sería amante.


Para el 2006, toda la familia regresó para celebrar el matrimonio de Sofía, una de las tantas nietas de Francisco, quien a sus 18 años había tomado la decisión de uniese en matrimonio.

Era sábado en la tarde y mientras Fernando se encargaba de preparar los elementos necesarios para el video del a boda, apareció tras la puerta una silueta conocida para sus ojos y añorada, una silueta que habló con una voz más madura y que se proponía dejarle al descubierto su frágil voluntad. Un hombre que siendo menos inocente le generó miedo y lo obligo a arrinconar sus deseos y a encerrar sus brazos.


Esa noche ambos hablaron y caminaron por las calles del pueblo después de la boda, hablaron de la novia de Mauricio, de lo feliz que era y de lo ocupado que estaba Fernando en la ciudad planeando su futuro, pero nunca de lo que ambos ocultaban y querían, nunca de aquel encuentro.

Pese a ello miradas indiscretas y que morían poco a poco recordaban que el alma aún alimentaba la necesidad de liberarse, pero no les fue posible, solo dieron la espalda cual puta cuando cobra su salario y a través de un indiscreto espejo ubicado en la sala de la casa de la novia, se dijeron adiós; un adiós que aún se suspende en el aire y que pareciera continuar tejiendo la esperanza de un nuevo encuentro, de una nueva oportunidad.


¿Qué hacer ante su familia?, ¿cómo decirlo?, o ¿cómo no sentir vergüenza del que dirán?, ¿cómo ponerse en pie y decirle a sus padres que no eran tan hombres?, ellos de seguro enfurecerían. Le temieron a eso y de nuevo traicionaron a su Dios, esta vez no por entregarse a un mundano deseo sino por desmembrar la oportunidad de ser felices.


POR: Lianaga








miercoles 19 de agosto


Volver a narrar



La narración en el periodismo, según Juan José Hoyos representa una relación con lo que se define por conocimiento. El conocimiento y la capacidad de interpretar una historia y organizarla en un orden lógico, con riqueza descriptiva y un hilo cronológico permiten la construcción de lo que puede denominarse como una historia.


Si bien, en periodismo la crónica es una de las formas de narración más antiguas, la Revolución Industrial y la nueva empresa comunicativa desnarrativizó el periodismo y lo hizo ligero, de lenguaje ahorrativo y poco descriptivo. Hechos que ocasionaron la extinción de un lenguaje literario en el área comunicativa, y que llevo a resumir la información en lo que se denominaría como noticia.


Posterior al planteamiento de Hoyos aparece uno de los grandes paradigmas de la empresa comunicativa del siglo XX, paradigma que los grandes periódicos han empezado a entender y a retomar, la narración, la reconstrucción de las historias, como los textos de estilos y estructura narrativa que cuentan una serie de hechos en sucesión cronológica en la que existen acciones de los personajes. Partiendo de dicho análisis, los textos expositivos y argumentativos no pueden ser llamados historias.


Sin duda alguna, otro de los grandes análisis que plantea la segunda parte del texto de Hoyos, es el realizado a los diferentes tipos de historia, y la diferenciación de las historias periodísticas y las literarias.


La primera de ellas se diferencia de la segunda en la cercanía y representación de los hechos reales que dan origen a un reportaje. Es así, como lo plantea el texto “en este sentido una crónica, un reportaje, un perfil, una entrevista tratan de presentar seres, cosas y sentimientos existentes positivamente en una realidad no literaria, es decir una realidad que existe en el mundo cotidiano”.


A este intrínseco análisis se le agrega la necesidad de que dicho texto narrativo lleve inmerso la “curiosidad primitiva”, el suspenso, aspectos que se ven reforzados por la acción que realiza el personaje.


Hoyos desarrolla dichos planteamientos hasta llegar a la conclusión de que el paradigma del siglo XXI en el periodismo se enfoca en retomar y reconstruir los aspectos narrativos.


BIBLIOGRAFÍA:


HOYOS, Juan José (2003). Escribiendo Historias, el arte y el oficio de narrar en el periodismo, Primera Edición; Editorial Universidad de Antioquia. Colombia, págs



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miercoles 19 de agosto

miércoles, 19 de agosto de 2009


Ideales Urbanos

Como una ese extendida de más de ochenta metros y en el corazón de la ciudad, entre las calles 48 y 49, se encuentra un callejón que es enmarcado por realidades sociales recreadas en paredones recubiertos de brillantes y llamativos colores.


Los andenes, los postes de la energía y el moblamiento urbano parecen confundirse con la fluorescencia del arte que cubre cada espacio, más de 50 hongos de cada lado de la calle protegen las elaboradas siluetas revolucionarias y sociales de arte urbano.


Los solitarios, olvidados y drogadictos son los únicos que en medio de la noche encienden una luz en la base de los murales, tal vez para calentarse o para redescubrir su realidad en medio de la inclemente noche en la mítica urbe que erróneamente es llamada “ciudad solidaria y competitiva” al menos es la expresión que su rostro refleja a través de las sombras que se escapan cerca de las fogatas.


Brazos extendidos, miradas profundas, peses, sirenas televisores, simios, hombres con barba finamente delineada, gatos tenebrosos y de colores cálidos van uno tras el otro confundidos y perdidos en grafitis de color azul, rojo, verde, fucsia y morado. Es como entrar en un transe, es encontrarse con la inconformidad, la identidad, los ideales, los temores y sueños de una sociedad reprimida pero revolucionaria, de una urbe que pide respeto e igualdad, que rechaza la discriminación y pelea contra los estereotipos, una ciudad que define su personalidad y defiende sus ideologías.


Hombres que caminan indiferentes y mujeres que llevan sus hijos a la escuela, repudian los artistas de cabello largo y enredado, de barbas gruesas y oscuras de pantalones anchos, camisetas coloridas, artistas que se piensan, que se abren espacio en las calles y que le hacen contrapeso a los museos.


En la calle 40, la urbe mira al under ground , le hace espacio y se permite ser cuestionada, se deja manosear cual amante que desaparece ante la llegada de su esposo, se deja seducir, y como un oasis en el desierto se hace permisiva e incluyente para los anónimos, los diferentes, los hombres de la noche que sostienen bajo sus narices frascos amarillos, los guerreros que se arman de aerosoles e ideales, de igualdad y esperanzas; los guerreros de pantalón ancho y cabello largo y abultado.

martes 18 de agosto

martes, 18 de agosto de 2009


Aprendiendo a vivir

El transcurrir del tiempo le había enseñado a luchar, a “guerreársela” como ella decía, con solo 20 años, desempleada y con una niña de 16 meses estaba Ildara. La vida le había dado un espaldarazo con el nacimiento de su hija, un puntapié del cual se sentía incapaz de reponerse.

Cuando aún celebraba sus 18 años, desarrollaba sus estudios en Contaduría Pública en una prestigiosa universidad y trabajaba en un consorcio de administradores y contadores, Ildara de dio cuenta que próximamente iba a ser madre, hecho para el cual no estaba preparada.

Desde ese momento la vida se le empezó a desplomar como un juego de dominó que es apilado una pieza tras otra, primero su fortuita pareja se rehusaba a reconoce la paternidad de su hijo. Su familia, que aún no se entraba, le cerraría las puertas y ella se vería obligada a abandonar su casa. Pese a ello era optimista y se rehusaba a fracasar como su madre le dijo alguna vez.

Con un haz bajo la manga siniestramente y traicionando sus principios, lo intentó; rompió su ética, violento su moral, pateó su fé y como un “medicucho” se lo había sugerido bebió el conjunto de hiervas que la desatarían del problema.

Esa noche se le hizo imposible conciliar el sueño, en el transcurso de la semana continuo con los brebajes, para entonces ya tenía poco más de tres meses de embarazo y pese a sus maniobras para ocultarlo, una delineada silueta que rompía bruscamente con el vello que salía de su jean se empezaba a exhibir.

Al cumplir las 16 semanas de gestación, y ante la incapacidad de de esos brebajes de deshacerse de lo que ella llamaba su problema, se aferró a la oportunidad de tenerlo, de fracasar ante los ojos de su madre y de perderle la primera batalla al destino dejando la universidad.


Pero el dominó de su vida, que ya se desplomaba no dio tregua, e Ildara perdió su trabajo, ahora se encontraba sola, sin trabajo, sin su amante fortuito, sin la posibilidad de estudiar y con el temor más grande. Contarle a su familia.

Su padre no era mala gente, era un hombre trabajador, desplazado por la violencia y algo analfabeto, radical y excesivamente machista; su madre era extremadamente religiosa y de seguro se escandalizaría; por eso ella decidió cercarse y ocultar su secreto.

Secreto que la traicionó descaradamente cuando una mañana su blusa se levanto ante los ojos de su madre quien se percató de lo que pasaba, y aunque Ildara intento negarlo, le fue imposible, lo curveado de su vientre y su indiscreto ombligo fueron los detonantes y causantes de la caída de la pieza central de su juego de dominó.

La confusión se propagó por la casa de la humilde familia, entre el llanto, los reproches y la incertidumbre transcurrió aquella veraniega tarde del mes de noviembre.

Margarita, su madre no ocultaba su decepción, pero se le evidenciaba más su preocupación ante el futuro de su hija mayor. ¿Cómo contárselo a su esposo?, él sin duda echaría a Ildara de casa y ella quedaría desprotegida a merced de nadie.

El buque se hundía y no había forma de evitarlo, esa tarde su padre dió una fecha de plazo que no excedía los 4 días para que Ildara desapareciera de sus vidas, si la pieza central de su dominó le dejo el alma agobiada, la siguiente la llevó a necerrarse en una profunda desilusión, estaba sola, en cinco meses lo había perdido todo, su vida ya no era vida, y el futuro era un trayecto siniestro y agobiante donde no se filtraba ni un rayo de luz con la llegada del alba o la partida del sol en un ocaso.

Nunca lo dijo, pero nunca aceptó perder lo que era, ni decidió dejarlo todo por ese nuevo regalo que no había pedido, solo lo disfrazó e intento pintarlo de colores para que no le doliera tanto; con el paso de los días su padre entró en razón, pera ya era demasiado tarde.

Mientras el sol de la madrugada de un cuatro de marzo traía bruscamente y con sórdidos gritos en la sala de un hospital a la que fuera el sexto miembro de esa humilde familia y mientras Juan, el que prontamente seria tío, esperaba; Ildara tomaba una decisión. Jamás pensó en suicidarse, tampoco en hacerle daño a esa pequeña de ojos claros y cálida que una enfermera le entregaba complacida y le decía “es niña, felicitaciones”, solo se desconecto de su destino, se rehusó a ver caer la última pieza del dominó y se negó empezar a construirlo de nuevo con una dirección diferente.


Se encerró en ella misma, perdió el control, y aunque ahora lleva una vida normal como una madre amorosa ante el público, no fue capaz de volver a aprender a vivir, solo sabe levantarse y descargar en sus ratos de poca lucidez su dolor y frustración, se hizo intransigente, incapaz una simple espectadora del dominó que pieza a pieza yace en el piso que ahora es su vida

Por: Lianaga

lunes 17 de agosto de 2009

domingo, 16 de agosto de 2009


Policía Asesina a un ciudadano

El pasado mes de diciembre, cuando se desarrollaba la última jornada de Medellín Despierta para la Vida, un oficial de policía asesina a un ciudadano de 24 años de edad en la Plaza de Botero en el centro de la Ciudad de Medellín.

Según declaraciones de testigos, entre ellos la Periodista de la Universidad de Antioquia María Muñoz, “el joven se dirigía por el parque cuando otro joven lo intervino e intentó atracarlo, hecho ante el cual reaccionó de forma violenta.

Después de las investigaciones se identificó a la víctima como Andrés Granados un joven universitario. Los testigos aseguran que cuando el intentó defenderse, un oficial de policía se aproximó a él y sin mediar palabra le propinó una serie de golpes en la cabeza, mientras el ladrón salía corriendo.

El oficial de policía al percatarse de que Andrés no se ponía en pie y se encontraba sin señales de vida, llamó a sus superiores con quienes emprendió la huida del sector, según Muñoz, ella llamó al número de emergencia, y denunció el hecho.

Poco tiempo después gran parte de los asistentes al evento se percataron de lo sucedido y rodearon el cuerpo, lo que ocasionó el regreso de los oficiales, según Mireya Zapata, vendedora ambulante del sector, el mismo oficial que lo atacó, dispersó la multitud afirmando que se trataba de un borracho.

Poco tiempo después llegaron las autoridades, quienes dieron por muerto al joven y quienes, según Muñoz, se rehusaron a tomarle indagatoria al oficial, omitiendo el hecho y resumiéndolo en el registro como una pelea callejera.

Lo más sorprendente del hecho según Armando Alzate, amigo de Muñoz y quien presenció el lecho, es que cuando intentaron percatar a la organizadora del evento de lo sucedido ella contestó “es una noche para la convivencia, cayesen que aquí no ha pasado nada”

Pese a la insistencia para aclarar la situación, las autoridades aún no se pronuncian ante el hecho y a pesar de la demanda interpuesta por Muñoz, el oficial sigue sin identificar, debido a que según ella el se quitó su insignia posterior al crimen.

Crònica


Le llevo los zapatos a su mamá pero el alma de ella se quedo descalza.


"Mi hija era muy bonita, muy trigueña, muy alegre y avispada. Ya pedía que la entraran a la escuela", eran las palabras que decía el señor Rafael Gallego a Rodrigo Martínez de El Colombiano para un céntrico artículo que el periódico publicaría el martes 31 marzo de 2009. Más allá de la muerte, del repudio de un pueblo por un hecho aberrante, y de los escasos registros en prensa; estaba el dolor de una madre que se sentía desmembrada y mutilada al perder a su compañera, intima amiga, e hija, un dolor que soportaba en silencio y que se sostenía en la frágil mano de su hijo Diego, dos años mayor que la pequeña Cristina.


La llamada que los enfrentó a su mayor temor


El sonido de un viejo teléfono que se ubicaba en el pasillo que conducía a la segunda habitación de la casa de la familia Agudelo Gallego y despertaba abruptamente a las seis de la mañana a Noelia, una mujer de 40 años, fue el presagio que arraigo los mayores temores de la familia Gallego en Medellín.
Tras presionar el botón rojo un llanto incontenible fue el que denuncio la más dolorosa noticia a la que se enfrentaba esta humilde familia San rocana. “la mataron, mataron la niña, Noelia la mataron”, por un momento todo pareció desplomarse para la tía de la niña Cristina Gallego de 4 años que había sido reportada como desaparecida en su finca en el municipio de San Roque el domingo 29 de marzo.
“la niña no, no la niña, no “¿Por qué la niña?” gritaba la mujer mientras se soportaba la cabeza; aquel viejo teléfono fue testigo esa mañana del llanto de una familia completa, Celina, Marcela, Margarita y Edilma tías de la menor entraron en un desconcierto total. Noelia en pijama recibía las interminables llamadas de sus hermanas quienes por momentos se desquebrajaban y se fundían conjuntamente en un llanto incontenible.

Le llevo los zapatos a su mamá pero el alma de ella se quedo descalza.


Cuando las manecillas del reloj marcaban las diez treinta de la mañana del domingo 29 de marzo, Rafael Gallego padre de 9 hijos, seis hombres y tres mujeres, entre ellas Cristina, salió como todos los domingos de su casa para dirigirse al casco urbano del municipio de San Roque, un pequeño municipio localizado al nordeste de Antioquia, a vender sus productos agrícolas; la pequeña cristina de 4 años de edad quedo con su madre en casa, Como cada fin de semana Lucia, su madre la tomaría en sus brazos y con seguridad la sostendría para ayudarle a evadir las múltiples irregularidades del terreno; entonces la pequeña se soportaría del cuello de su madre y como siempre la abrazaría durante 30 minutos hasta llegar al pueblo, tiempo en el que hablaría y se reiría sin parar.

La finca está ubicada en medio de lo que hace unos 10 años era un hermoso paraje antioqueño cubierto de grandes extensiones de terreno despejado, con árboles frutales, todas cercadas por mansos arroyuelos en los que pequeños pescados eran sacados por los niños con costales; en la parte alta de una de las montañas una casita rodeada de caballos, vacas y gallinas silueteaba una modesta escuela rodeada de begonias rojas y desde la cual era posible vislumbrar las doce fincas que se ubicaban a los alrededores. Un olor dulce, un tanto cálido y que tentaba a los sentidos salía de la maquina, sitio en el que se procesaba la caña y se producía panela, una casa finca que estaba rodeada de arroyuelos y que tentaba a antojarse de comerse un conejo, un blanqueado o un trozo de panela recién horneada, así bajo los árboles, que cobijaban con su sombra a los muchos niños que corrían por las praderas después de salir de clase, los habitantes eran testigos del magnífico mundo que era la vereda San Javier.
Con el paso de los años y como consecuencia de la compra de la mayor parte de los terrenos por parte del municipio de San Roque como respuesta un Plan Nacional Ambiental que protegía las estrellas hídricas, la zona se empezó a transformar, la maleza empezó a rodear las casas, espesas selvas y cañones profundos bordearon los arroyuelos que estaban cerca de la casa de Rafael y Luis, los únicos que aún permanecían en sus terrenos, simplemente por negarse a vender por el valor ofrecido, o por irregularidades en los procesos de compra. Una exótica vegetación cubrió todos los senderos hasta convertirlos en caminos de herradura y las caídas de agua empezaron a profundizarse y perderse en la selva que terminó por ocultar las casas que desde la escuela era posible observar.
Así en ese paraje Cristina se aventuró, por primera vez a salir sin su madre, no sin colocarle, como era costumbre un par de zapatos tras la puerta del baño. Walter un poco menor que Diego y mayor que ella la vio despedirse y salir por el sendero que conducía a la salida de su casa.
Por su parte Lucia se puso los zapatos, tomo su bolso y salió por Cristina, cuando Walter la percató de su ausencia corrió a alcanzarla y al llegar a la puerta de la finca, un sitio a no más de dos cuadras de distancia donde convergen varios arroyuelos; que fueron testigos errantes de las ultimas huellas de la niña y que arrasaron con ellas y con las de un hombre que la tomo y desapareció en medio de la espesa selva; y no encontrar a la niña, avisó a Rafael y desesperadamente la buscó por todo el camino.

Para cuando la tarde comenzó a caer y después de que más de 40 personas entre el Ejército, la Policía, los Bomberos, amigos y familiares buscaran por varias horas y ante la mirada atónita de su madre se interrumpió la búsqueda, con el compromiso de iniciarlas al día siguiente a las 7 de la mañana.


Una noche de insomnio y una mañana de dolor

Bajo un clima inclemente y una fuerte lluvia transcurrió la noche las familias Gallego y Gallo en el casco urbano del municipio. Eran las cuatro de mañana del día lunes cuando al teléfono celular de Lucia llego una llamada de su hermano Gonzalo, quien argumentaba que una adivina amiga suya le había dicho que la niña estaba cerca de la finca con frio y miedo; Lucia se puso en pie y bajo la lluvia salió a buscarla, por su parte Rosa, Gabriel y Mario hermanos de Rafael la siguieron de inmediato, al llegar a la finca la mujer encendió el fogón de leña y puso un agua de panela con el fin de tenerla lista para cuando su niña llegara y a cada uno de los que fueron con ella les entregó mantas para que la cubrieran cuando la encontrarán.
Una hora más tarde cuando el sol por fin daba sus primeros destellos, que se filtraban a través de la espesa selva, Mario parecía haber perdido el control ante la imagen que presenciaba, el hombre gritaba en medio de un bosque cerca de la casa, Lucia más abajo por el mismo arroyuelo al escuchar la voz horrorizada que gritaba, entendió que su niña no estaba solo perdida.
La imagen no podía ser más trágica una pequeña de 4 años, cabello ondulado y negro, y de color blanco, más blanco que de costumbre por el efecto del frio en su piel, se encontraba a la margen derecha de una caída de agua, desnuda y con una puñalada en el tórax.
Fue un evento terrible lo peor que hemos visto asegura Rosa Elena Gallego tía de la menor que acompaño a lucia a ver su hija allí, Lucia se alejo, fue a su casa, bajó el agua de panela del fogón, tomó una silla la puso en patio, tomó su teléfono celular y empezó a anunciar a todos los que llamaban para iniciar la búsqueda que ya la habían encontrado.
Eran las 12 del día cuando la Fiscalía realizó el levantamiento del cadáver y cuando Noelia y todas sus hermanas llegaron al municipio a ponerse al tanto de la situación.


Un multitudinario adiós


Cristina no estaba sola, cuando su Féretro reposó en una pequeña sala de color blanco cientos de personas pasaron por su alrededor, unos parecían incrédulos ante el hecho; otros, murmuraban y comentaban lo sucedido, otros solo ingresaron, tomaron un café y se retiraron en silencio; Lucia, ubicada en el lado derecho de donde estaba Cristina solo le acariciaba el rostro de arriba hacia abajo quedándose suspendido el perplejo de sus dedos sobre los ojos de su hija, que para entonces se escondían tras un morado.
Ya eran las 3 de la mañana, solo un sollozo se escuchaba en aquella casa, los curiosos se habían alejado y en lo intimo de los que quedaban, entre ellos Lucia se poso un silencio turbulento, lagrimas y abrazos, esta vez más consientes de la pérdida se fundieron en un interminable lamento en el que la cara de un crimen que ocasionó sensacionalismo, repudio y solidaridad mostraba su rostro más humano, el de una madre que perdió a su amiga, acompañante y niña.
Ya era el martes 1 de abril y la pequeña era conducida por las calles de San Roque acompañada por una multitudinaria marcha, un réquiem y pancartas que representaban el desprecio de una población de 140.000 habitantes que se negaba a creer que uno de ellos fuese capaz de cometer tal hecho.

La nave central de la gran iglesia del pueblo fue quien la recibió entre lámparas antiguas, arcos de medio punto con pilastras en estilo clásico romano los despojos mortales y la multitud, la señora Luz Eugenia Echeverri personera del municipio, delegados de la administración municipal, de las instituciones educativas y grupos sociales se hicieron presentes y pronunciaron palabras de acompañamiento a la familia Gallego Gallo y de rechazo ante tal hecho.

El cielo empezó a cerrarse y cuando eran poco mas de las 4 la pequeña cristina inicio la última etapa de su recorrido, un viento frio recorrió las calles de la población y un fuerte aguacero inundo las aceras , la multitud siguió caminando en silencio hasta llegar a la bóveda 232, allí, a un lado se encontraba Lucia acompañada de sus hijos Walter, Diego, Luis Fernando y Rafael quienes entre los 8 y 5 años no comprendían lo sucedido, la mujer no lloraba solo se soportaba de los brazos de los pequeños mientras ellos preguntaban “mami porque dejamos a Cristina aquí”. “porque aquí la cuidarán mucho y estará muy bien”; fueron las palabras de quien intentaba dar una explicación de algo que no la tenía.

Las investigaciones.


Poco después del levantamiento del cadáver, la Fiscalía, la Dijin, y la Policía empezaron a adelantar las investigaciones; aunque para la fecha no se tiene conocimiento preciso del abusador sexual y asesino, las autoridades le siguen la pista a un joven entre los 25 y 35 años de edad, un joven rubio, blanco y de ojos verdes, a quien algunos habitantes llaman el mudo por su limitación física y de quien dice estuvo por dicho sector en esos días y quien pasara a las nueve de la mañana, según la señora Diosa Gallego, por su finca, un joven que según las autoridades ya tenía antecedentes por violación; por otro lado las autoridades sostienen la hipótesis de que este crimen puede tratarse de venganzas personales.


La cena sigue servida


Es el 5 de abril, domingo de ramos, la señora Lucia residida en el casco urbano por negarse a trasladarse a su finca toma una escoba y barre en zic zac mientras nos habla de lo linda que era su hija y recuerda como la abrazaba a diario y le decía que nunca la abandonaría, Rafael por su parte intenta hacerse a la idea de que fuera de que perdió a su hija perdió su finca, su trabajo cosas que se niega a dejar, esta vez sale, no para el pueblo, sino para la finca a recoger algunas cosas.
El día transcurrió con la normalidad de uno corriente, cuando la tarde cayó y la comida estaba lista las cosas parecieran perder su armonía, Lucia sirve la cena, toma un plato y otro y llama a Rafael, a Walter, a Luis Fernando, a Diego, a Felipe y a Cristina a quien le sirve un poco en un pequeño plato de batería decorado con unas flores rojas, Cristina no está, ella suelta el pequeño plato ingresa a su habitación e inicia un llanto incontenible por su pérdida; Felipe, su hijo mayor quien vino del Ejército a acompañarla intenta consolarla, ella pide estar sola, todos salimos de la casa, poco a poco las luces empiezan a apagarse y solo un llanto interminable acompaña nuestro camino a la casa vecina, lugar en el que vive su tía rosa y en el que me hospedaba yo.

Un sentido homenaje a Cristina Gallego y a su madre; un llamado por el respeto a la vida y los derechos de los niños.







sábado 15 de agosto de 2009


“Cultivamos oxigeno para la sociedad”


Obra social San Enrique de Ossó



280 niños del barrio Golondrinas tienen un almuerzo digno gracias a la Comunidad de los Padres Trinitarios y la Comunidad Teresiana de Envigado.


La comunidad del barrio Golondrinas es una comunidad de alto grado de vulnerabilidad debido a la carencia de recursos económicos; “la mayoría de las madres consiguen su alimento en recorridos que realizan a la plaza minorista y plazas de mercado” asegura Luz Helena Mesa Villa, madre cooperadora de la obra social San Enrique de Ossó, obra social de la Comunidad Trinitaria y la Comunidad Teresiana de Envigado.


El proyecto fue formulado por la Comunidad Trinitaria, que lleva 40 años en la Comuna 8 ofreciendo ayuda alimentaria educativa y espiritual, y contó con el apoyo del padre José Ignacio Ortega, el padre Iván Mantilla, y el padre Ramón Garay quienes gestionaron los recursos y en convenio con la comunidad teresiana y el laicado teresiano construyeron la sede. “el proyecto buscaba la promoción de la mujer y la infancia, reconocer el trabajo de las manualidades, alfabetización y ayudar con la alimentación a la comunidad” aseguró el padre Alexander Córdoba Supervisor de la Comunidad en Medellín.


“Al inicio se ofrecía un pequeño refrigerio, pero con el paso de los días, y con el incremento de la demanda de la comunidad se amplió al almuerzo” agrega luz, quien lleva siete años acompañando de forma voluntaria el proyecto, y quien en conjunto con otras cinco personas preparan el almuerzo para 280 niños entre los seis meses y los doce años de sectores como el Faro, la Torre y Golondrinas. “somos consientes de que la gran mayoría permanecen solos en su casa y ésta es la única comida que tienen en todo el día, por eso estamos aquí, porque sabemos que le estamos satisfaciendo una de sus necesidades, hacemos amigos y nos sentimos alegres” concluyó.


Los niños son atendidos en tres turnos de lunes a viernes, existen familias que tienen hasta seis de sus hijos dentro del programa; los Padres Trinitarios son quienes aportan el mercado la mayor parte de año y las Hermanas Teresianas lo hacen en temporadas vacaciones, los padres de familia asumen el pago de 1000 pesos semanales como un compromiso de llevar los niños, recursos que son destinados a darles una bonificación a las personas que preparan los alimentos.

Para Flor Emilse Cadavid madre de Jeison Alejandro beneficiario, el restaurante es una gran oportunidad para que su hijo tenga acceso a una buena alimentación. “este barrio es algo pobre y la gran mayoría no puede ofrecerle un buen almuerzo a su hijo, por eso es importante”. Tanto para Emilse como para Luz existen muchas carencias, entre ellas la necesidad de un Nutricionista permanente y más dinero para ampliar la cobertura.


“sabemos que los niños son como un arbolito, y buscamos aportarle a su crecimiento desde la alimentación, un niño bien alimentado será mejor estudiante, y tendrá mejores oportunidades, estamos cultivando oxigeno para la sociedad del futuro” concluye el padre Alexander Córdoba.




viernes 14 de agosto

Resumen vs Escenificación

miércoles, 12 de agosto de 2009


Informe de lectura


Resumen vs Escenificación



Informe de lectura
Resumen vs Escenificación
El texto “Escribiendo historias, El arte y oficio de narrar en el periodismo” de Juan José Hoyos, nos permite interpretar el tratamiento de la información como un elemento diferenciador del estilo narrativo y el estilo informativo[1]. Definiendo el primero como unos procesos elaborados, conscientes de la realidad cultural, el contexto socio-político y referenciándolo desde la apreciación de los elementos simples en la narración cronológica del tiempo y descripción del espacio. Y el segundo como un proceso de sintonización de la información en una pirámide descendente; es decir presentando los hechos noticiosos de forma concreta, con un mensaje impersonal, directo y en un orden decreciente, de a cuerdo a la importancia de los datos noticiosos.
El ejemplo que nos ofrece el texto Dos modos de contar: el estilo informativo y el estilo narrativo, de la periodista italiana Oriana Fallaci, y el contraste que se hace con el típico informe noticiosos de las agencias de publicidad, demarcan una ruptura profunda en lo que, a modo de contraste, representa e texto Memoria Oral, la Línea Narrativa y la Caracterización, en cuanto define a la narración como un género muy importante del arte verbal. Ello desmitifica la narración clásica periodística como un referente de reportaje, crónica o entrevista apropiado.
En el planteamiento que demarca la diferencia entre el texto de Fallaci y el de Rossier Jr, no solo se puede encontrar en la extensión y el estilo, si no que es posible apreciarlo en el orden del relato, los detalles, la profundidad, el tono y el punto de vista, elementos que usa Juan José hoyos para cuestionar el modelo de la llamada pirámide invertida y que además le sirve para demarcar y diferencias en aspectos, tanto del estilo narrativo, como del estilo informativo dentro de un texto periodístico.
Así, elementos como los diálogos, la descripción de sucesos cronológicamente ordenados llevan a que el lector, como lo afirma Hoyos “adquiera una representación escena por escena de los que es el evento” ,(escenificación), en la que la temporalidad y la espacialidad juegan un papel necesario para la ambientación, tanto como el protagonista y su contexto, cada descripción debe entonces repercutir en una sensación, deseo, o impulso.
Es decir, en el estilo narrativo, el tiempo hace parte de la historia y sin él es imposible configurar el relato de forma tal que permita tener un hilo conductor que repercuta en el interés y la ubicación del lector.
Falacci por ejemplo lo combina con la descripción ininterrumpida de ambos escenarios, la sala de prensa de la nasa y la luna, y salta estratégicamente de una escena a otra mientras aprovecha esos lapsus para crear tensión y expectativa en el lector, sin duda alguna uno de los elementos que mas me gustaron de la lectura del documento.

NOTAS AL PIE:

HOYOS juan José (2003). Escribiendo Historias, el arte y el oficio de narrar en el periodismo, Primera Edición; Editorial Universidad de Antioquia. Colombia, págs 4 - 31


BIBLOGRAFÍA:

HOYOS, Juan José (2003). Escribiendo Historias, el arte y el oficio de narrar en el periodismo, Primera Edición; Editorial Universidad de Antioquia. Colombia, págs 4 - 31

IMAGEN TOMADA DE:http://www.elcolombiano.com/BancoMedios/Imagenes/Juan%20Jos%C3%A9%20Hoyos.jpg,sitio Web Visitado el 6 de Agosto de 2009, 12:30 m